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SALVEMOS LA ATENCION PRIMARIA

En fecha 14/12/2021 apareció publicado en Redacción Medica el ‘Plan de Acción de Atención Primaria y Comunitaria para los años 2022 y 2023’ que fue aprobado en el Consejo Interterritorial de Salud del día siguiente, pero que todavía no ha sido publicado por el Ministerio de Sanidad. De la misma forma que con la declaración institucional “Atención Primaria: Retos y oportunidades” del mes de octubre, desde la SALVEMOS LA ATENCIÓN PRIMARIA parece necesario hacer algunas consideraciones.

La primera es en relación con la naturaleza del documento, que pasa de ser una declaración institucional a un plan concreto a desarrollar en los próximos dos años. No es solamente del Ministerio (con competencias limitadas de financiación y gestión de la Atención Primaria), sino del Consejo Interterritorial que, al incluir a todas las Comunidades Autónomas, tiene competencias plenas. En el documento hay un reconocimiento textual del papel transcendental de la Atención Primaria (AP) y “el sentido de urgencia a la hora de priorizar la asignación de recursos”. Esta sensación de urgencia se agrava con la presente ola de la pandemia que está tensionando los servicios más incluso que la primera, al ser los casos diagnosticados menos graves y asumidos por el nivel primario de atención. Se agravarán los problemas de accesibilidad en todos los servicios en AP y especialmente para conseguir una consulta presencial.

La segunda tiene que ver con el contenido del propio documento. Hemos calificado documentos previos de “en la línea correcta pero vagos y sin compromisos concretos”, sin estar a la altura de las necesidades urgentes de la AP. ¿Lo está este plan?

El manifiesto “Salvemos la Atención Primaria” identificaba problemas y proponía soluciones en 5 áreas: Recursos, personal, organización y gestión, desarrollo de la orientación comunitaria e investigación y docencia. Repasemos si el Plan propone soluciones concretas e inmediatas en estas 5 áreas:

  1. Recursos. El problema identificado era la insuficiencia crónica de recursos presupuestarios de la AP desde los recortes en la crisis de 2007. Sin un incremento sustancial de los presupuestos destinados a la AP en todas y cada una de las CCAA el resto de las soluciones son declaraciones de intenciones sin valor por lo repetidas e inalcanzables. En el Plan hay 3 objetivos de financiación, pero en ninguno de ellos se cuantifica la dotación presupuestaria. En el cronograma se da de plazo hasta diciembre de 2022 para la disposición de un presupuesto finalista. ¿Y mientras?

 

  1. Personal. El problema identificado era la insuficiencia de personal, la precariedad de los contratos, la falta de valoración de la especialidad de enfermería familiar y comunitaria y la necesidad de incorporar nuevos profesionales a la AP. En el Plan se habla nuevamente de la evaluación de necesidades cuando este es un tema resuelto hace años. El problema es que se creen las vacantes necesarias y se saquen con urgencia a oferta de empleo (dan de plazo hasta diciembre del 2023), se habla de la aplicación del Decreto ley 14/2021 que es obligación de toda la administración pública, de la promoción de la contratación estable como propósito sin concretar, del ajuste de los profesionales formados a las necesidades nuevamente como propósito. Como punto positivo reconocen el valor y la prioridad de la especialidad de enfermería familiar y comunitaria pero no mencionan la incorporación de otros profesionales a la AP. En resumen, nada nuevo que vaya a aliviar la situación urgente de carencia de recursos humanos de AP y su desplazamiento fuera del nivel primario según las decisiones de las gerencias.

 

  1. Organización de los centros de atención primaria y gestión. Quizás uno de los problemas asistenciales más graves de la AP es la demora de las consultas presenciales y el abandono de las actividades de prevención y promoción de salud. En el contexto actual las consultas no presenciales (telefónicas, videoconsultas) son una barrera al acceso para muchos usuarios en vez de una ayuda. En el Plan la demora asistencial, el abandono de actividades y el uso sustitutivo de las consultas telemáticas no se reconocen como problemas: no establece objetivos de demora asistencial para los servicios en consulta salvo para la atención no demorable (24 horas) y la gestión de solicitudes (24 horas) y se obvia el objetivo de atender en 48 horas las consultas no urgentes recogido en el Marco Estratégico de Atención Primaria en 2019. Es grave que el Plan no reconozca la prioridad de los servicios presenciales y la complementariedad del resto. Otro grave problema olvidado: la deficiente coordinación con la asistencia hospitalaria, no hay soluciones porque al parecer no existe problema. Por último, en el plan no se habla de la descentralización ni de la potenciación de la gestión desde el centro de salud. La AP seguirá siendo fuente de recursos cuando haya otras necesidades en el sistema: total ¡para lo que hacen!

 

  1.  Desarrollo de la orientación comunitaria. Se identifica como problema el desarrollo desigual de la orientación comunitaria en los centros de salud, dejados al voluntarismo (no reconocido) de sus profesionales. Este problema se ha agudizado con la pandemia, desapareciendo en la mayor parte de los centros todas las actividades comunitarias. La propia población ha suplido esta carencia organizando programas de apoyo mutuo en muchas ocasiones al margen de los centros de salud. En el Plan proponen hacer papeles (elaborar una estrategia), una formación en abordaje psicosocial y acción comunitaria (que ya existe en las UUDD), la generación de ¿estructuras y/o mecanismos? sin concretar cuales y mecanismos de prescripción social e inclusión de determinantes sociales en la historia que también están ya en marcha. Es impresionante que no citen a los departamentos de Salud Pública y que no establezcan líneas estables de coordinación con AP. ¿Y los consejos de salud de zona para cuándo? ¿Y los ayuntamientos?

 

  1.  Investigación y docencia. Se identificaba como problema las dificultades prácticas de la incorporación de profesionales de primaria a la investigación y la docencia. En muchas ocasiones las actividades en este campo se desarrollan fuera del horario de trabajo y de forma voluntarista. En el Plan ninguna de las actividades propuestas resuelve los problemas reales que los profesionales asistenciales tienen para hacer investigación y docencia dentro de su jornada de trabajo. Es probable que, si la situación laboral no mejora, su resultado sea la creación de elites profesionales de primaria con dedicación exclusiva a la investigación, ya esta pasando, nada nuevo bajo el sol.

 

  1.  Lo secundario, lo superfluo, lo peligroso. El Plan contiene objetivos y actividades referidos a otros campos, algunas de ellas, siendo interesantes, no constituyen a nuestro juicio parte de un plan urgente de salvamento. Los acuerdos de gestión no salvaran a la AP (existen en muchas CCAA con una situación muy precaria), la digitalización es interesante pero tampoco prioritaria, es impensable que un profesional agobiado de trabajo y con un contrato precario vaya a implementar la estrategia “no es sano”, están muy bien las estrategias de comunicación, pero la AP antes de los recortes era el servicio sanitario mejor valorado por la población. Nos parece peligroso la incorporación a la cartera de servicios la atención no presencial sin previamente haberla definido como instrumento complementario de la atención presencial.

 

En resumen, el ‘Plan de Acción de Atención Primaria y Comunitaria para los años 2022 y 2023’, conteniendo algún elemento positivo, no está a la altura de la situación de emergencia de los servicios de atención primaria del Estado Español. Está lleno de buenos propósitos e inconcreciones en los puntos fundamentales como es su financiación y la política de personal.

 

Lo más importante de los servicios sanitarios son los profesionales que trabajan en ellos (esos que eran aplaudidos al principio de la pandemia) pero es irresponsable mandarlos a la trinchera sin recursos, porque han aguantado, pero están a punto de quebrarse. Y si se quiebran será difícil recuperarlos de nuevo.

 

Si los médicos, las enfermeras, los administrativos, los trabajadores sociales… tienen que buscar soluciones personales para sobrevivir en este contexto de trabajo será responsabilidad de la Administración Pública.

 

Nos tememos que el deterioro de los servicios de AP sea, como lo está siendo ya, el camino hacia la privatización de la sanidad. En este país sabemos lo que es la beneficencia como prestador de servicios esenciales a las personas que no pueden costearse un seguro privado y las graves repercusiones en la salud a los que si pueden costeárselo.

 

SALVEMOS LA ATENCIÓN PRIMARIA



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