De los 4.700 millones de dosis que se han distribuido en el mundo, más del 80% han ido a parar a los países más ricos del G20. La brecha entre ricos y pobres es ahora tan enorme que, mientras los países de altos ingresos han administrado casi 100 dosis por cada 100 ciudadanos, los países de bajos ingresos sólo han administrado 1,5 dosis por cada 100.
Hasta ahora, se han administrado 496 millones de vacunas en la Unión Europea, que tiene una población de aproximadamente 440 millones de personas. En cambio, sólo se han administrado 77,3 millones de dosis en la población de África, que es casi tres veces mayor, con 1.300 millones de personas.
Así, mientras que el 50% de la población adulta de Europa, Estados Unidos y el Reino Unido ya está totalmente vacunada, la cifra de personas con la pauta completa en África es del 1,8%, muy por detrás de India, que sólo ha vacunado al 8% de su población. Debido a la lentitud en el suministro de vacunas, la Organización Mundial de la Salud estima ahora que 47 de los 54 países africanos no alcanzarán ni siquiera el modesto objetivo de septiembre de vacunar al 10% de sus ciudadanos. En países como Burundi, todavía no se ha distribuido ni una sola vacuna.
'Apartheid' de las vacunas
A este ritmo, no hay esperanza de que África alcance los niveles de vacunación de Occidente ni este año ni el próximo. No es de extrañar que los líderes africanos hablen de "apartheid de las vacunas". Mientras los gobiernos occidentales se preparan para administrar una tercera dosis de refuerzo, millones de enfermeras y trabajadores sanitarios africanos, que arriesgan sus vidas para salvar otras, quedarán totalmente desprotegidos. También está completamente desprotegida la vulnerable población anciana de África.
El programa de vacunas debería haber sido un nuevo tipo de carrera "armamentística". Rápidamente, un país tras otro debería haber podido vacunar a sus ciudadanos. Sin embargo, los países con más vacunas no están ayudando a los que tienen menos, y ahora los efectos económicos perjudiciales para el empleo y los medios de vida están provocando una divergencia creciente entre el destino de los países pobres y los ricos. Las bajas tasas de vacunación en todo el continente africano han llevado al Fondo Monetario Internacional a rebajar una vez más las perspectivas económicas de la región, mientras aumenta las de los países occidentales vacunados, y África está sufriendo tasas de crecimiento que son la mitad de las del resto del mundo.
La plataforma para la compra de vacunas para África (African Vaccine Acquisition Trust, AVAT por sus siglas en inglés), decepcionada por el incumplimiento de las promesas de Occidente de proporcionar financiación para 700 millones de vacunas a África a finales de año (el mecanismo de reparto de vacunas Covax sólo ha podido conseguir 60 millones hasta ahora), ha tomado cartas en el asunto. Ha negociado un acuerdo con Johnson & Johnson para obtener 400 millones de vacunas. Para ello, ha tenido que superar la resistencia de la UE. Solo después de que el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa interviniera y amenazara con prohibir todas las exportaciones de vacunas desde Sudáfrica, Europa aceptó que todas las futuras vacunas de J&J producidas en África se quedaran en el continente a partir de octubre. Ahora, el 30% de la población adulta de África tiene garantizada la vacunación, aunque haya que esperar hasta septiembre del año que viene para que esto suceda.
No obstante, aún no se dispone de vacunas para cumplir el objetivo de vacunación de África, fijado en el 60% de los adultos, ni para cubrir a ese otro 30% de personas a las que se prometieron vacunas suministradas por Occidente. Por ello, me cuentan que la Unión Africana no ha tenido más remedio que iniciar negociaciones con China para comprar al menos 200 millones de vacunas de fabricación china. Los retrasos son ahora tan graves que el FMI, el Banco Mundial, la OMS y la Organización Mundial del Comercio (OMC) han creado una "sala de guerra" de las vacunas para ayudar a seguir, coordinar y avanzar en la entrega de las mismas. A pesar de ello, sólo el liderazgo político de los países del G7, que han negociado vacunas muy por encima de su número de habitantes, garantizará que todos los continentes reciban un suministro adecuado.
Las próximas vacunas
El mundo fabricará unos 6.000 millones de dosis más de vacunas hasta diciembre y aumentará la producción en muchos miles de millones más el año que viene. Este suministro podría ser suficiente para que todos los países cumplan el objetivo de vacunación del 60% para el próximo verano. Los problemas que perpetuarán las desigualdades en la distribución de las vacunas sólo pueden resolverse con un nivel de coordinación mundial que hasta ahora ha brillado por su ausencia entre los líderes del G7 y el G20.
Se necesitan urgentemente dos cambios de política, que el presidente de Estados Unidos Joe Biden, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, y el primer ministro italiano, Mario Draghi, presidente del G20, deben llevar a cabo ahora en una cumbre especial sobre vacunas del G20 que debería convocarse el mes que viene.
En primer lugar, deben impulsar un círculo virtuoso, empezando por una financiación internacional garantizada por parte de los países más ricos, para suscribir y acelerar el desarrollo de una nueva capacidad de fabricación mundial en los países más pobres. Esto incluiría acelerar la transferencia de tecnología a través de acuerdos de licencia que se beneficiarían de una exención temporal de las patentes de vacunas.
Sin embargo, África necesita vacunas inmediatamente.
Las diversas incidencias ocurridas con las vacunas han puesto en evidencia ante la opinión pública lo que es el modo habitual de funcionamiento de la Big Farma. Generalmente la investigación se realiza en gran parte utilizando fondos públicos (en el caso de las vacunas más del 90% de la inversión la ha realizado el sector público), luego las empresas patentan las vacunas como si las hubieran realizado ellas solas, y de inmediato les colocan precios abusivos (se calcula que el precio de venta de las vacunas esta entre 6 y 10 veces su precio de coste de producción), luego negocian sin transparencia alguna ocultando a la ciudadanía, que a la postre es la que las paga con sus impuestos, al menos en los países más potentes económicamente, los intríngulis de los contratos, los precios y las condiciones en que estos se realizan. Para mayor escarnio, en cuanto tienen una oportunidad, a pesar de haber recibido el dinero antes de entregar las vacunas, aprovechan para vender a precios mas altos l
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