Trabajo en una clínica en Shinkafi, al noroeste de Nigeria. Soy el responsable de garantizar que no haya contagios de COVID-19 dentro de ella. Hasta ahora, lo hemos conseguido. Todos los pacientes son examinados y sometidos a pruebas, y hemos detectado bastantes casos. Me preocupa acabar contagiado, pero tenemos suficiente equipo de protección en nuestro hospital. La situación es diferente en los centros de salud estatales de Nigeria. Allí, a día de hoy, el personal no tiene suficientes mascarillas y, a veces, ni siquiera cuenta con guantes.
En Nigeria, si llegas como posible paciente de COVID-19 a la zona de ingresos de un hospital estatal, no te atienden de inmediato. Además, debes traer tú mismo los guantes y las mascarillas. Muchos compañeros de estos centros se han contagiado, pero siguen adelante porque, como personal sanitario, tenemos un compromiso con la gente de aquí. Estamos haciendo nuestra parte para detener esta pandemia, por Nigeria y por el mundo, pero no tenemos ninguna posibilidad de conseguirlo si los políticos que deciden sobre las vacunas nos fallan.
He oído que, en España, más del 25% de la población ha recibido al menos una dosis. Me alegro de ello. Soy médico, no discrimino según la procedencia de los pacientes. Cada paciente de alto riesgo que se vacuna es una buena noticia.
Pero, me pregunto, ¿qué pasa con los pacientes de alto riesgo de mi país? A Nigeria han llegado casi cuatro millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca a través de la iniciativa COVAX. Eso es bueno, desde luego, pero, pese a ello, solo es suficiente para inmunizar a dos millones de los más de 200 millones de habitantes, menos del 1%.
No es fácil luchar contra la COVID-19 aquí. No solo por la falta de equipos de protección. Por ejemplo, en la clínica pública que está cerca de la nuestra, en la ciudad, no hay oxígeno en absoluto, para nadie. Si hay un paciente que desarrolla la enfermedad de forma grave, sencillamente tiene pocas posibilidades. Especialmente en zonas como esta, ¿no debería protegerse a la gente lo antes posible?
La pandemia nos ha golpeado a todos, en todos los países. Derrotémosla también todos juntos. No hay otra forma. ¿Por qué todas las fábricas del mundo que de alguna manera tienen capacidad para fabricar no se han unido en la producción global de vacunas? Cada día que no se produce suficiente cantidad se traduce en la pérdida de vidas humanas, en Nigeria y en muchos países del Sur global.
Como médico, me comprometo a actuar únicamente por el mejor interés de las personas. Ningún otro factor debe influir en mis decisiones. Pero que la gente de aquí pueda ser vacunada o no, y que sea pronto o dentro de dos años, no depende de mí. Se decide lejos, para nosotros y sobre nosotros. Solo puedo apelar a quienes son responsables de ello. No olviden que aquí también luchamos contra el virus. Queremos ayudar a la gente y acabar con la pandemia.
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