COP26 significa Conferencia de las Partes número 26, es decir, la vigesimosexta reunión de los países desde la Cumbre de la Tierra de Brasil, celebrada en 1992, donde se acordaron estas reuniones anuales. Por tanto, son reuniones anuales (aunque el año pasado no se celebró por la pandemia) y cada vez tienen más repercusión mediática por la gravedad que ha alcanzado la situación climática.
Los últimos informes de la ONU apuntan a que, de mantenerse la situación actual (incluso con los recortes de emisiones ya aprobados), la temperatura global puede llegar a subir 2,7º C, o incluso más, a final de siglo, en vez de solo 1’5º C, como se decidió en París. Por tanto, todo indica que Glasgow producirá una nueva ‘vuelta de tuerca’ para acordar recortes más severos en las emisiones.
Para ello, los diferentes países deben presentar actualizados en la cumbre sus estrategias nacionales de reducción de emisiones, de modo que se garantice no sobrepasar los 1,5ºC de calentamiento para 2100, teniendo en cuenta los nuevos informes científicos. Eso requerirá nuevos esfuerzos.
Los científicos estiman que las emisiones deben reducirse en un 45% para 2030, en comparación con los niveles de 2010, y de ahí a cero emisiones netas para 2050, si se quiere que el mundo tenga posibilidades de permanecer dentro del umbral de 1,5 ° C.
“Los esfuerzos que hay que hacer a nivel internacional para quedarse en 1,5 grados y no llegar a 2 son gigantescos”, ya que una diferencia de medio grado implica “cientos de millones de personas afectadas por la subida del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos”, asegura el investigador del CSIC Valladares.
Más de 70 países han presentado sus planes de reducción de emisiones (NDC, en inglés), pero todavía faltan muchos por hacerlo y cabe esperar que en la nueva cumbre se incremente su número, si bien es cierto que los grandes contaminantes ya las tienen en marcha.
Financiación para los países pobres
Otra de las cuestiones que deberá resolver la cumbre es la financiación de las acciones contra el cambio climático en los países más empobrecidos. La llamada financiación climática es el dinero que se envía a dichos países, desde fuentes públicas y privadas, para ayudarles a reducir las emisiones y hacer frente a los impactos que ya están sufriendo por el clima extremo. En la COP de 2009 en Copenhague se prometió a los países más desfavorecidos que recibirían 100.000 millones de dólares al año para el año 2020.
Sin embargo, esa promesa se ha incumplido parcialmente. La OCDE señaló en un informe hecho público hace pocas semanas que el año pasado solo se entregaron alrededor de 80.000 millones de dólares.
Por tanto, los países receptores de estas ayudas quieren recibir en esta cumbre la seguridad de que el dinero llegará lo antes posible y quieren ver un nuevo acuerdo financiero que amplíe además los fondos disponibles más allá de 2025.
Asimismo, en la agenda de la cumbre está presente el ya viejo debate sobre el artículo 6 del Acuerdo de París, aquél que alude a la compraventa de derechos de emisión de carbono. En líneas generales, establece un mecanismo por el cual los países ricos más contaminantes pueden realizar sus recortes de emisiones en otros países diferentes, pagando las instalaciones necesarias (como un parque fotovoltaico, por ejemplo), ayudando de este modo a dicho país con esa inversión y, al mismo tiempo, contabilizando como propia esa reducción de emisiones.
Sin embargo, es un mecanismo con grandes márgenes para la manipulación y el mercadeo, con lo que el reto de la cumbre es fijar de manera estricta su funcionamiento y garantizar que la reducción de emisiones se haga en todos los países, tanto ricos como pobres.
Las diversas incidencias ocurridas con las vacunas han puesto en evidencia ante la opinión pública lo que es el modo habitual de funcionamiento de la Big Farma. Generalmente la investigación se realiza en gran parte utilizando fondos públicos (en el caso de las vacunas más del 90% de la inversión la ha realizado el sector público), luego las empresas patentan las vacunas como si las hubieran realizado ellas solas, y de inmediato les colocan precios abusivos (se calcula que el precio de venta de las vacunas esta entre 6 y 10 veces su precio de coste de producción), luego negocian sin transparencia alguna ocultando a la ciudadanía, que a la postre es la que las paga con sus impuestos, al menos en los países más potentes económicamente, los intríngulis de los contratos, los precios y las condiciones en que estos se realizan. Para mayor escarnio, en cuanto tienen una oportunidad, a pesar de haber recibido el dinero antes de entregar las vacunas, aprovechan para vender a precios mas altos l
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