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adaptación humana al cambio climático

Una red internacional de 126 expertas y expertos con participación de científicos españoles de CREAF, han publicado un estudio en Nature Communications en el que analizan más de 48.000 artículos publicados dónde se presentan 1686 resultados de medidas de adaptación al cambio climático, y la conclusión de este estudio es que las medidas que se están tomando para enfrentarnos a la pandemia climática no son útiles, y hay que repensarlas. El equipo internacional hace una llamada a proponer medidas más integradoras, coordinadas y capaces de reducir el riesgo que supone el cambio climático para las personas. LAS EMISIONES NO SE REDUCEN Es una realidad, la sociedad ya está experimentando los efectos del estrés ambiental que provoca el cambio climático de una forma cada vez más frecuente y grave. A la vez, se avanza poco en la reducción de las emisiones de carbono. ¿Qué se puede hacer en este escenario? La ciencia lo tiene claro, adaptarse o morir. ¿QUÉ RIESGOS CLIMÁTICOS NOS MUEVEN? El estudio determina que muchas acciones de adaptación surgen motivadas por peligros concretos en cada zona del mundo: sequía, precipitaciones extremas, inundaciones, o la variabilidad de las precipitaciones, han sido los ejemplos más frecuentes. Las medidas se centran mayoritariamente en implementar nuevas formas de agricultura y de sistemas alimentarios (sobre todo en África y Asia), en la obligación de preparar la infraestructura para las inundaciones, tanto en el interior como en la costa, en aplicar nuevos códigos de construcción o en desarrollar mapas de peligros y sistemas de alerta temprana (sobre todo en Europa). En las ciudades de todo el mundo, las inundaciones y el aumento del nivel del mar son impulsoras de medidas de adaptación. Por último, el calor extremo es un factor muy común al que se toman medidas de adaptación en la mayoría de las regiones del mundo. El estudio concluye que la gran mayoría de las respuestas documentadas en la literatura académica se llevan a cabo a nivel local, y casi siempre en los hogares y por individuos en particular (82% de todos los artículos). Las respuestas a nivel de hogar o individual se centran en medidas sobre la alimentación, la salud y la pobreza, sobre todo en África y Asia, pero es verdad que se tendrían que proponer estrategias regionales y nacionales que promovieran que se lleven a cabo acciones de adaptación a muchos más lugares, y generalizar su uso para que se puedan ver efectos a escalas más grandes”. GREENPEACE PIDE A EUROPA MENOS VUELOS CORTOS Y MÁS VIAJES EN TREN El grupo ambientalista propone algunas alternativas de transporte menos contaminantes para evitar una catástrofe climática Alrededor de un tercio de los viajes en avión de corta distancia en Europa, incluidos los de Madrid-Barcelona, París-Ámsterdam y Múnich-Berlín, pueden llevarse a cabo en tren porque son mucho menos contaminantes, según un estudio de Greenpeace. Greenpeace pide fondos gubernamentales para mejorar la infraestructura ferroviaria, viajes en tren más baratos y reactivar rutas infrautilizadas. El grupo dijo que reducir el tráfico aéreo es esencial para disminuir de forma rápida las emisiones de dióxido de carbono. También están presionando para que se ponga fin a políticas que reduzcan el precio de los billetes de avión. LOS AVIONES EMITEN CINCO VECES MÁS CO2 QUE LOS TRENES Por su parte, la industria de la aviación solicita un impulso con incentivos. Quieren acelerar la implementación de tecnologías como combustibles sostenibles, y luchar contra medidas más drásticas que aumentarían los costes o reducirían los vuelos. Las rutas más cortas son más perjudiciales por pasajero y por kilómetro debido a la energía que se requiere para despegar, según Greenpeace. Los aviones emiten, aproximadamente, cinco veces más CO2 que los trenes en rutas similares. Una cifra que varía por el tipo de avión, la duración del viaje, si el tren es diésel o eléctrico y cómo se genera la electricidad, ¿Tienes ropa que nunca te pones? Mucha gente tiene el armario lleno de prendas, y aun así, cada vez quiere más. Necesitan estar a la última moda y, si es posible, arrasar con las mejores gangas en las rebajas. La venta de ropa en tiendas sufrió un frenazo con la llegada del COVID-19, pero las compras por Internet se dispararon. En España sumaron un 50% más que el año anterior, especialmente entre los menores de 30 años. Este consumo online es cada vez más habitual y tiene sus consecuencias. Los minoristas cambian rápidamente las tendencias y ofrecen prendas nuevas, lo que se traduce en un mayor desperdicio y más emisiones de carbono a la atmósfera por la fabricación y el transporte. La producción mundial del sector textil se ha duplicado en los últimos 15 años, pero el número de veces que se usa una misma prenda ha disminuido en un 36%. Además, el 73% de éstas acaban desechadas en un vertedero, las tendencias de moda están disponibles para los consumidores de forma rápida y económica, en una cadena sin fin, sin necesidad de ir a una tienda física o adquirirlos por la web. El que las prendas se usen un tiempo más corto y se desechen supone un gran problema para el medio ambiente. Algunas empresas fabrican las prendas con materiales reciclados, pero ¿cuánto reduce su impacto? La respuesta es no mucho. Otras iniciativas se dedican a reutilizar las prendas a través de tiendas de segunda mano o servicios de reciclaje. También se han propuesto prácticas creativas de economía circular, incluidos los servicios de alquiler de ropa. Sin embargo, estas soluciones son cosméticas. Los estudios muestran que la única forma efectiva de reducir el impacto de la ropa en el medio ambiente es, claro, comprar menos ropa, la mejor manera de comprar ropa de forma sostenible es comprar cada vez menos. Los investigadores consideraron el impacto del carbono de la ropa calculando las emisiones producidas en diferentes etapas del ciclo de vida de un pantalón vaquero de algodón. Los cálculos se basaron en 200 usos de la prenda. Los expertos compararon diferentes escenarios para el “fin de vida” del pantalón. Aquí incluyeron usarlo más de 200 veces, revenderlos en tiendas de segunda mano y fabricarlos a partir de materiales de ropa reciclados. La fabricación de ropa nueva produce más de la mitad de las emisiones totales de dióxido de carbono, la fabricación de ropa nueva produce más de la mitad de las emisiones totales de dióxido de carbono, lo que significa que incluso las prácticas sostenibles de eliminación no pueden superar el impacto ambiental de la fabricación de una nueva prenda. La mejor manera de comprar de forma sostenible es limitar la cantidad de ropa que compramos, usando más veces cada prenda. ALQUILAR ROPA, ¿UNA BUENA OPCIÓN? Muchas empresas afirman con orgullo que sus tejidos son sostenibles porque están hechos de materiales reciclados. Sin embargo, los investigadores se dieron cuenta de que el uso de textiles reciclados no reduce del todo el impacto ambiental, porque la producción de algodón genera emisiones bastante bajas en comparación con las emisiones de los procesos de reciclaje necesarios para fabricar telas sintéticas. También descubrieron que alquilar ropa aumenta el número de usos de una prenda, y eso es bueno, pero también puede acumular emisiones por el transporte. En definitiva, los servicios de alquiler de ropa que dependían del envío producían mayores emisiones de dióxido de carbono que si la ropa se desechara. Aunque estos resultados admiten matices. Si la entrega de ropa se pudiera llevar en bicicleta o caminando, reduciría el impacto ambiental tanto como reutilizar la ropa, los pequeños cambios en el comportamiento del consumidor tiene un papel muy importante, y que todos debemos reflexionar sobre el comportamiento del consumidor y la necesidad real de comprar ropa nueva..

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